Uso el
siguiente cuadro teórico:
Primero. La
sexuación va de un estado básico femenino a uno masculino, según los flujos
de andrógenos diferenciados durante la
gestación, cuya cantidad en menos o más depende en general de los dos
atractores XX y XY y en particular puede ser también variable en “más o menos”.
Esta estructura se formula matemátice como Conjuntos Difusos (Lotfi A. Zadeh)
de Sexogénero, definidos no por un “sí, no”, sino por un “más, menos”
Segundo. La
sexualidad está compuesta de distintos planos (genético, cromosómico, endocrino,
gonadal, cerebral, de los conductos
internos, de los conductos internos, de los conductos externos,
sociocultural, psicobiográfico), que suelen ser convergentes, pero entre los
que puede haber divergencias o intersexualidades (Gilbert-Dreyfus), muchas de
ellas debidas a la androgenación diferencial en más o menos.
Tercero. La androgenación
del cerebro puede configurar de manera diferenciada sus tres planos (reptiliano,
paleomamiférico y neomamiférico/humano, o arcaico, medio y moderno - MacLean)
= = =
En mi caso,
parto de las hipótesis de que o bien el Progynon que mi madre tomó para superar
su matriz infantil y que dejó en cuanto supo que me estaba gestando, pudo tener
un efecto depot que fuera atenuándose de
junio de 1940 a marzo de 1941, o bien el estrés de guerra que sufrió
durante esos meses, me desmasculinizaron
gradualmente, más al principio, menos al final; el cerebro arcaico, permaneció
femenino, con efectos conductuales muy elementales, automatismos, y los cerebros
medio y moderno se masculinizaron más, pero no mucho, y sintiendo los efectos
de la feminidad arcaica.
Si ha habido
poca masculinización del cerebro arcaico, es lógica la inadecuación
cerebro/genitalia, tanto anatómica como funcional; sentimientos de extrañeza y
rechazo anatómico y funcional; deseo de sumisión sexual.
Si ha habido suficiente masculinización de los
cerebros medio y superior, la adoración hacia la madre/tensiones con el padre
será un indicador de masculinidad hetera. Pero si, por no ser intensa, falta la
homoafectividad masculina, se genera un vacío de identidad que se puede colmar
mediante el deseo de fusión con una Imagen de Mujer en el Espejo, proyectada
ginéfilamente.
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