domingo, 5 de octubre de 2014

No y punto


Kim Pérez

Una cosa muy sencilla pero que rompe esquemas: yo no quiero ser hombre y no llego a ser mujer.

Soy lo que he sido siempre. En mi niñez, un chiquillo ambiguo que pensaba que habría sido más feliz naciendo niña.

No "una mente de mujer en un cuerpo de hombre", sino "una mente ambigua", o "una mente que va para mujer"... Éste es el esquema que rompo, sin querer.

Porque lo único seguro es que no he querido ser un hombre, no puedo ser un hombre, me encuentro también distinta de la mayoría de las mujeres, pero en cambio necesitaba operarme, me he operado y estoy tan a gusto.

O sea: una persona ambigua, una persona a medio camino... Pero eso, en el fondo, me gusta, porque es mi manera de ser, es en lo que me reconozco cuando pienso en mí, es mi verdad.

Naturalmente, tengo derecho a ser como soy, porque así he nacido. Sé que hay muchas personas que son como yo y de una manera parecida o distinta se sienten como ambiguas, y también tienen derecho, como yo, a ser como son.

En el fondo, el esquema que rompo sin querer es el de "hay hombres y mujeres y punto". Lo rompo sin querer porque yo querría ser "mujer... y punto". Pero en cambio, para explicar cómo soy, tengo que dar una larga explicación. Ahora, que a lo mejor es mejor que haya también personas como nosotras.

A la gente que conozco, no tengo que darles explicaciones. Saben cómo soy y quienes me quieren, me quieren.