miércoles, 26 de septiembre de 2007

Conceptos de "purga" y "negación"

Purga. Período breve de negación compulsiva que sigue a la afirmación, también compulsiva, en el ciclo disfórico.

Negación. Actitud duradera, frecuente en la transexualidad no compulsiva, en la que se las personas XY con identificación primaria cruzada intentan superar el proceso transexual mediante una actitud hipermasculina. Se diferencia de la purga en su larga duración, usualmente de años.

Transexualidad en personas XY no disfóricas




Uno. Empieza por una identificación cruzada con la madre en la primera infancia (antes de los tres años) Por su carácter primario es muy estable y no va unida a disforia alguna.

Dos. Al llegar a la adolescencia, es frecuente que esa identificación se considere una niñería y se entre en una fase de negación en la que se puede seguir un estereotipo hipermasculino, por decisión reflexiva y no compulsiva: barba, gimnasio, relaciones sexuales con mujeres, incluso matrimonio e hijos.


Tres. La identificación cruzada primaria subsiste bajo la apariencia hipermasculina incluso muy reprimida, por lo que puede emerger en cualquier crisis intensa (conyugal, económica, cansancio por estrés, etcétera) El impacto emotivo del resurgimiento de la identidad cruzada puede ser muy intenso, pero se resolverá reflexivamente.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Transexualidad en personas XY disfóricas

Acabo de añadir al Manual el siguiente texto:


Uno. Empieza por dificultades definidas para formar la homoafectividad, que es básicamente una memoria (las causas pueden ser la lejanía afectiva del progenitor del mismo sexo, problemas con los pares en la niñez y preadolescencia) Se impide por tanto la formación de una identidad lineal sólida.

(Anotaré que una carencia en la formación no es una patología y sin embargo tiene efectos en la estructura de la personalidad)

Dos. En ausencia de memoria homoafectiva, la confrontación con el propio sexo sólo produce disgusto o disforia. Este estado debe considerarse una desadaptación bastante dolorosa.

Tres. Como respuesta a la desadaptación disfórica, se produce una búsqueda de identidad. El impulso sexual (al que no afecta la disforia) produce una preferencia por la imagen de la mujer como modelo. Se define el proceso transexual, que tiene un valor de adaptación o reequilibrio.

(Pero no hay una correlación objetiva total-anatómica, hormonal, pulsional- entre la persona transexual y el modelo elegido, por lo que en esta identificación, aunque básicamente estabilizadora, hay factores de inestabilidad que sólo pueden ser compensados por el entendimiento de sí como persona XY transexual)

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Filosofía de la transexualidad


He añadido al Manual el siguiente texto:


Puede parecer excesivo plantear la filosofía de un sencillo manual, pero precisamente por ser manual, este libro tiene un carácter práctico, y todo lo práctico requiere una filosofía que lo sostenga. Muchas veces esas filosofías son implícitas, por sabidas, pero la cuestión de la transexualidad es tan audaz que requiere que se explicite la filosofía que sigo.

Los humanos nacemos sujetos a dos clases de leyes que están más allá de las humanas: las verdaderamente morales y las naturales.

Las verdaderamente morales son pocas, pero obligan íntimamente a cualquiera: por ejemplo, la vida humana debe ser racional, porque somos racionales; o los humanos debemos vivir libres, porque somos libres. (Está claro que hay pretendidas leyes morales que son irracionales y por tanto no deben ser respetadas)

Las naturales nos sujetan, pero no nos obligan. De hecho, la historia humana es un continuo ejercicio de soberanía sobre las leyes naturales, hasta el punto de que se puede enunciar una ley moral que es la de que la coducta humana debe sobreponerse libremente a la naturaleza, respetando la racionalidad y la responsabilidad.

Lo hacemos, por ejemplo, al curar las enfermedades, hechos naturales que nos sujetan y de los que debemos liberarnos.

La transexualidad es un ejercicio de soberanía razonada sobre la naturaleza y en este sentido no sólo es buena sino que es excelente. Las personas transexuales somos socialmente un ejemplo límite de soberanía sobre un hecho natural que todas las demás creen indiscutible porque se acomodan bien a él, que es la sexuación. Nosotros situamos la sexuación como uno más de los hechos naturales que pueden ser transformados racional y responsablemente.

No pretendemos que todos sean transexuales, pero sí ejercemos, antes de todo reconocimiento público, el derecho a serlo, que es racional cuando se dan determinadas condiciones de hecho. En cuanto a nuestra responsailidad, la ejercemos mediante la apelación a la racionalidad de nuestra conducta.

Terminaré exponiendo que este criterio es precisamente el del Génesis. Los humanos tenemos sólo una obligación: no comer del árbol del bien y del mal, o no pretender decidir por sí mismos el bien y el mal. No podemos decretar sobre la racionalidad o la libertad que sean malas.

Pero se nos ha entregado la soberanía sobre toda la naturaleza. Y con ella, la responsabilidad moral sobre lo que hagamos con ella. Y la sexuación, como la vegetación, o los planetas, no son realidades divinas, sobrehumanas, sino naturales, sometidas a la racionalidad humana.

martes, 11 de septiembre de 2007

Elaboración de un Manual de Transexología


Por Kim Pérez



CONSIDERACIONES GENERALES


La Transexología es la ciencia de los hechos de transición en el sistema de la sexuación (transvestistas, transgeneristas y transexuales o transgenitalistas)

Para ser una ciencia, debe contar con una unidad de método que le permita describir con precisión los hechos, explicarlos por sus causas y hacer predicciones sobre ellos.

La unidad de método la consigue al situarse en una línea jerárquica del conocimiento que ha de ser la siguiente: Filosofía, Antropología, Sexología.

Estos conocimientos van de lo más teórico a lo más práctico y por tanto, la Transexología será un conocimiento práctico, aunque sea en sus conceptos más generales, para las propias personas a las que llamaré trans para evitar definiciones demasiado restringidas y, con mayor detalle, para los profesionales de quienes éstas requieran la ayuda.

Existe ya una considerable tradición de estudios sobre los hechos transexuales, empezando por Magnus Hirschfeld y Harry Benjamin. Pero los que emprendamos sólo se podrán considerar transexológicos cuando se puedan insertar en la descrita unidad de método, que permite observar el punto preciso del que surjen las discrepancias, para así distinguir mejor su valor como conocimiento-error.


Por eso, la Teoría de Género o Constructivismo sexual (Foucault, Butler) se separa de la Transexología desde el mismo principio, la Filosofía. Tienen en común sólo la voluntad de usar la razón, pero se separan en cuanto el linaje del conocimiento transexológico considera también la experiencia de lo dado, mientras que el de la Teoría de Género se mantiene en el racionalismo y voluntarismo político.

La predominancia actual de la Teoría de Género, que ha construido la mayor parte de los discursos vigentes sobre sexuación y transexuación, de manera errónea, me hace trazar este Manual Elemental en una línea polémica que, desde luego, lo hará más interesante.


FILOSOFÍA DE LA TRANSEXUALIDAD


Puede parecer excesivo plantear la filosofía de un sencillo manual, pero precisamente por ser manual, este libro tiene un carácter práctico, y todo lo práctico requiere una filosofía que lo sostenga. Muchas veces esas filosofías son implícitas, por sabidas, pero la cuestión de la transexualidad es tan audaz que requiere que se explicite la filosofía que sigo.

Los humanos nacemos sujetos a dos clases de leyes que están más allá de las humanas: las verdaderamente morales y las naturales.

Las verdaderamente morales son pocas, pero obligan íntimamente a cualquiera: por ejemplo, la vida humana debe ser racional, porque somos racionales; o los humanos debemos vivir libres, porque somos libres. (Está claro que hay pretendidas leyes morales que son irracionales y por tanto no deben ser respetadas)

Las naturales nos sujetan, pero no nos obligan. De hecho, la historia humana es un continuo ejercicio de soberanía sobre las leyes naturales, hasta el punto de que se puede enunciar una ley moral que es la de que la coducta humana debe sobreponerse libremente a la naturaleza, respetando la racionalidad y la responsabilidad.

Lo hacemos, por ejemplo, al curar las enfermedades, hechos naturales que nos sujetan y de los que debemos liberarnos o al construir un canal para llevar el agua a un desierto y liberarnos de su estado natural.

La transexualidad es un ejercicio de soberanía razonada sobre la naturaleza y en este sentido no sólo es buena sino que es excelente. Las personas transexuales somos socialmente un ejemplo límite de soberanía sobre un hecho natural que todas las demás creen indiscutible porque se acomodan bien a él, que es la sexuación. Nosotros situamos la sexuación como uno más de los hechos naturales que pueden ser transformados racional y responsablemente.

No pretendemos que todos sean transexuales, pero sí ejercemos, antes de todo reconocimiento público, el derecho a serlo, que es racional cuando se dan determinadas condiciones de hecho. En cuanto a nuestra responsailidad, la ejercemos mediante la apelación a la racionalidad de nuestra conducta.

Terminaré exponiendo que este criterio es precisamente el del Génesis. Los humanos tenemos sólo una obligación: no comer del árbol del bien y del mal, o no pretender decidir por sí mismos el bien y el mal. No podemos decretar sobre la racionalidad o la libertad que sean malas.

Pero se nos ha entregado la soberanía sobre toda la naturaleza. Y con ella, la responsabilidad moral sobre lo que hagamos con ella. Y la sexuación, como la vegetación, o los planetas, no son realidades divinas, sobrehumanas, sino naturales, sometidas a la racionalidad humana.


CONCEPTOS BÁSICOS DE LA TRANSEXOLOGÍA


La Transexología se debe establecer a partir de conceptos elementales. A mi entender, son los siguientes:

Sexuación. Designa el hecho de que la especie humana está escindida en dos grandes conjuntos referidos primariamente a la reproducción y secundariamente a la interrelación social.

Sexo. Designa los hechos anatómicos y fisiológicos relacionados con cada uno de esos conjuntos.

Sexualidad. Designa los hechos pulsionales y biológicamente conductuales relacionados con cada uno de esos conjuntos. Por ejemplo, la conducta de copulación.

Género. Designa los hechos culturales relacionados con la sexuación y cada uno de los conjuntos. Por ejemplo, la ropa, el nombre.

Identidad sexual. Designa la autocomprensión del individuo consciente como perteneciente a uno de los conjuntos sexuados.

Parafilia. En general, las parafilias (fetichismo, sadomasoquismo, etcétera) se pueden definir como soluciones simbólicas a problemas reales, que usan la sexualidad como significante y que son placenteras en cuanto son una solución, pero se deben repetir una y otra vez por cuanto son sólo simbólicas. A veces, algunas manifestaciones de la experiencia transexual son parafílicas, aunque no lo es la experiencia en sí.

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Hasta aquí, se puede advertir que este esquema se diferencia de la Teoría de Género en que toma en consideración una dimensión intermedia entre el sexo y el género que es la sexualidad.

Para la Teoría de Género, sexo son sólo los hechos físicos o corporales y género todos los demás, a los que se considera como culturales, y por tanto históricamente condicionados y políticamente variables.

Para mí, los hechos corporales se prolongan en la conducta corporalmente determinada, a la que llamo sexualidad, que suele coincidir en humanos y animales, y llamo género a la conducta estrictamente cultural o aprendida, cuya naturaleza muestra como diferencias históricas la Antropología.

Debe anotarse que esta diferencia entre lo natural y lo cultural no es metafísica, sino que corresponde a un estado histórico determinado. La inteligencia humana puede tansformar incluso la base biológica de la sexuación, dando lugar a nuevas forma de reproducción, pero sólo estamos empezando a explorar esas dimensiones, con gran prudencia (clonación)

Sin embargo, mientras no podamos incidir verdaderamente sobre la base genética de la sexuación y mostrar alternativas que sean demostrablemente mejores, nuestra percepción de los hechos sexuados se funda en su división entre sexo, sexualidad y género, por lo que la autocomprensión humana, lo que llamamos identidad, debe reconocer la vigencia de esta división, aun abriéndose a otras posibilidades.

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Podemos seguir, a partir de aquí, con otra tanda de conceptos ya más estrictamente transexológicos:

Disforia sexual. Sentimiento de inadecuación o inadaptación personal al conjunto en que se es incluido por razón del sexo

Homofilia u homoafectividad. Experiencia casi universal de afecto o afinidad por las personas del propio sexo, especialmente intenso en la preadolescencia, que permite la formación de la identidad sexual. En las personas homosexuales es particularmente intensa, mientras que en las transexuales falta o está poco definida, lo que puede considerarse como casi determinante de la transexualidad.

Hipoandrogenia. Condición prenatal de las personas XY que se forman con una cantidad de andrógenos inferior a la media. No es determinante para la transexualidad, pero puede favorecer la falta de experiencia homoafectiva y la disforia sexual.

Hiperandrogenia. Condición prenatal de las personas XX que se forman con una cantidad de andrógenos superior a la media. No es determinante para la transexualidad, pero puede favorecer la falta de experiencia homoafectiva y la disforia sexual.

Identidad sexual cruzada. Autocomprensión como integrante del conjunto alternativo al que se es incluído por razón del sexo.

Transvestismo, transgenerismo, transexualidad o transgenitalismo. Distintas formas de expresar distintos grados de identidad sexual cruzada.

Purga. Período breve de negación compulsiva que sigue a la afirmación, también compulsiva, en el ciclo disfórico.

Negación. Actitud duradera, frecuente en la transexualidad no compulsiva, en la que se las personas XY con identificación primaria cruzada intentan superar el proceso transexual mediante una actitud hipermasculina. Se diferencia de la purga en su larga duración, usualmente de años.


ETIOLOGÍA


Se han propuesto distintas explicaciones de los hechos trans y distintas combinaciones entre ellos.

Hipótesis biológicas. Postulan como causa una ambigüedad corporal básica, que puede referise al hipotálamo exclusivamente o a una hipoandrogenia más amplia en personas XY o hiperandrogenis en personas XX. Se trataría en realidad de una forma de intersexualidad o hermafroditismo.

Pero los hechos biológicos por sí solos no generan conductas tan específicas como la trans. De hecho, las personas hipo- o hiperandrogénicas pueden ser heterosexuales, homosexuales o transexuales.

Hipótesis psicológicas. Postulan distintos mecanismos de formación de los hechos trans: singularidades de la homoafectividad; dificultades en la relación con el padre; identificación inconsciente con el arquetipo fálico (Lacan)…

Estas hipótesis son compatibles con las biológicas. La dificultad de la relación con el padre puede venir de la percepción por éste de una ambigüedad biológica.

Sin embargo, las causas psicológicas más frecuentemente idenificadas, pueden actuar en el sentido de la homosexualidad, por lo que no sirven para explicar la respuesta trans como diferenciada.

Hipótesis evolutiva. Yo veo los hechos trans como una reacción adaptativa frente a traumas que afectan a la identidad sexual, reforzada por la repetición de estos traumas.

Esta hipótesis es compatible con las anteriores, biológicas y psicológicas, porque los traumas se refieren a una inadaptación social que puede deberse a causas de hipo- o hiperandrogenia y a los problemas de integración familiar y extrafamiliar derivados culturalmente de ellas.

Es por tanto la más incluyente de todas y, sobre todo, la que señala el punto de interrupción definitivo que provoca la respuesta trans: que estos traumas se refieran específicamente a la identidad sexual (insultos explícitos, desprecios…)

Mientras la identidad sexual no ha sido tocada, no hay respuesta trans.

(Hay que tener en cuenta que a veces la evolución personal parece que ha sido no traumática, por lo que esta explicación no sería general, a menos que se compruebe la existencia de traumas cuya consciencia esté reprimida)


TRANSEXUALIDAD EN PERSONAS XY DISFÓRICAS


Uno. Empieza por dificultades definidas, para formar la homoafectividad, especialmente en la preadolescencia.

La homoafectividad es básicamente una memoria (por lejanía afectiva del progenitor del mismo sexo o problemas con los pares en la niñez y preadolescencia)

Puede existir una identidad lineal, pero queda dificultada su consolidación.

(Anotaré que una carencia en la formación no es una patología y sin embargo tiene efectos en la estructura de la personalidad)

Dos. En ausencia de memoria homoafectiva, la confrontación con el propio sexo y la propia identidad lineal primaria, produce disgusto o disforia. Este estado debe considerarse una desadaptación dolorosa, que por tanto resulta compulsiva.

Tres. Como respuesta a la desadaptación disfórica, se produce en la preadolescencia y la adolescencia una búsqueda compulsiva de identidad. El impulso sexual (al que no afecta la disforia) produce una preferencia por la imagen de la mujer como modelo. Se define el proceso transexual, que tiene un valor de adaptación o reequilibrio, aunque su origen doloroso se traduce frecuentemente en una serie de afirmaciones complsivas y purgas compulsivas.

(Pero no hay una correlación objetiva total-anatómica, hormonal, pulsional- entre la persona transexual y el modelo elegido, por lo que en esta identificación, aunque básicamente estabilizadora, hay factores de inestabilidad que sólo pueden ser compensados por el entendimiento de sí como persona XY transexual)

PARAFILIA EN LA TRANSEXUALIDAD EN PERSONAS XY DISFÓRICAS

En el proceso de la transexualidad disfórica en personas XY de orientación ginéfila se produce lo que se puede llamar un cortocircuito de la libido que requiere una comprensión de su dinámica que puede resultar subjetivamente muy desconcertante.

Puede describirse como sigue: la persona disfórica encuentra un vacío o debilitamiento de su identidad de género que, desde su adolescencia, se compensa mediante lo que se ha llamado una “imagen de la mujer en el espejo”, de gran fuerza libidinal.

Primero se forma mediante las imágenes objetivas de las mujeres que pueden resultarle atractivas, que producen la transformación del deseo en envidia, hasta que la persona disfórica llega hasta el espejo, en el que, al transvestirse, una imagen de mujer se superpone sobre la suya.

En ese momento, se produce el cortocircuito, al volverse la libido sobre el propio sujeto de la libido, oculto bajo la nueva imagen, la cual cumple dos funciones: proponer una posible identidad y estimular la libido.

Disforia se ha unido a eros y juntos alcanzan una gran potencia.


(Parafilia)


En ese momento, el placer repentino del descubrimiento lleva a la excitación y a la repetición del estímulo, que acaba consolidando la respuesta como parafilia (solución simbólica a un problema real, que es placentera por ser una solución, pero debe repetirse porque es sólo simbólica).

Puede haber también una conciencia más o menos clara de la precariedad de la solución parafílica, en forma de rechazo de la excitación, que se ´puede ver correctamente como un automatismo masculino y por eso mismo rechazable, pero a cuya presión como solución momentánea resulta muy difícil resistir.

Por eso, la reacción parafílica produce una y otra vez agotamiento, vergüenza y tristeza. Pero se ha descubierto un canal que conduce también al placer y al consuelo. La imagen de la mujer en el espejo se vuelve necesaria y casi consustancial con la misma persona disfórica.


(El fin de la parafilia)


En caso de que la disforia lleve al tratamiento endocrinológico o a la cirugía de reasignación genital, la correlativa bajada de andrógenos produce una disminución de la libido que disuelve el proceso parafílico.

Desaparece entonces gradualmente la potencia de la imagen de la mujer en el espejo y de su eficacia protésica.

Al faltar también ese poderoso estímulo, puede ser que la persona disfórica se sienta en ese momento, y después de haber tomado decisiones muy radicales, entristecida y hasta carente de identidad de nuevo.

Ésta es la situación que hace necesario el conocimiento de la dinámica de la parafilia. La salida de la situación puede estar sólo en el conocimiento del proceso disfórico.

(Después de la parafilia)


La parafilia surgió al superponerse dos elementos: la disforia y el eros.

La disforia fue el fundamental, la causa básica y estable de todo el proceso. La fascinación por la imagen de la mujer en el espejo fue coyuntural y añadida.

Puede establecerse entonces una identidad como persona disfórica que resulta profundamente verdadera aunque tenga que afrontar la debilidad de la escasez de modelos objetivos.

Para conseguir estabilizar estos modelos, conviene en primer lugar excluir todos los asociados con la parafilia (mujer joven y bella) tomando conciencia de otros que pueden ser más profundos y eficaces, relacionados con otras clases de feminidad o bien con la ambigüedad intersexual.


TRANSEXUALIDAD EN PERSONAS XY NO DISFÓRICAS


Uno. Empieza por una identificación cruzada con la madre en la primera infancia (antes de los tres años) Por su carácter primario es muy estable y no va unida a disforia alguna.

Dos. Al llegar a la adolescencia, es frecuente que esa identificación se considere una niñería y se entre en una fase de negación en la que se puede seguir un estereotipo hipermasculino, por decisión reflexiva y no compulsiva: barba, gimnasio, relaciones sexuales con mujeres, incluso matrimonio e hijos.


Tres. La identificación cruzada precoz subsiste bajo la apariencia hipermasculina incluso muy reprimida, por lo que puede emerger en cualquier crisis intensa (conyugal, económica, cansancio por estrés, etcétera) El impacto emotivo del resurgimiento de la identidad cruzada puede ser muy intenso, pero se resolverá reflexivamente.


FORMAS DE EXPRESIÓN TRANS


Generalmente, se reconoce la existencia de la división ternaria entre Transvestismo, Transgenerismo, Transexualismo (o Transgenitalismo) o, en siglas, TV, TG y TS.

No está clara su naturaleza. Hasta hace poco, se pensaba que designaba tres hechos cualitat€ivamente distintos.

En el transvestismo, subsistiría la identidad lineal o de base, con algunas incursiones de aspecto parafílico en el uso cruzado de ropa o momentos de identidad cruzada (identidad dual)

En el transgenerismo, habría una identidad cruzada referida sólo a los aspectos de sexualidad y culturales o de género.

En el transexualismo, habría una identidad cruzada referida también a los aspectos de sexualidad y de sexo, que aspiraría por tanto a la reasignación genital.

Alguna experiencia, propia y ajena, me ha mostrado que, como hecho de conciencia, las identidades son variables, y explicarme así que estas tres formas de expresión no responden a condiciones personales diferenciadas sino que son sólo estados de conciencia que pueden variar en sentido ascendente o descendente y de hecho varían.

Un recorrido de memoria por personas amigas me hace recordar que algunas de ellas han empezado definiéndose como transvestistas para seguir después un proceso transexual (quirúrgico); otras, en sentido contrario, empezaron definiéndose como transexuales para acomodarse después en sentido transgenérico; recuerdo una que, viviendo transgenéricamente, evolucionó después en sentido homosexual.


EL PROCESO TRANS


La migración dentro de las distintas expresiones de lo trans que he expuesto en el párrafo anterior, requiere prudencia a la hora de tomar decisiones irreversibles, especialmente las quirúrgicas.

Sin embargo, un proceso trans bien ordenado, puede por sí mismo ayudar a tomar decisiones adecuadas a la persona que debe tomarlas.

El primer momento puede consistir en el reconocimiento psicológico, con el exclusivo propósito de constatar la salud mental de la persona solicitante o su recuperación, después del tratamiento adecuado.

Cuando se reconoce que una persona tiene capacidad de tomar sus decisiones, es deontológicamente necesario que se dejen en sus manos. Puesto que la transexualidad no se puede diagnosticar objetivamente, es preciso reconocer que sólo la persona que la solicita conoce sus equilibrios subjetivos y la fuerza de sus pulsiones. Por tanto, no tiene sentido que el psicólogo se constituya en juez de las decisiones de una persona libre para tomarlas y adopte la función de dar el visto bueno a sus requerimientos o no.

Una ya larga experiencia, muestra que cuando los psicólogos asumen esta función, el resultado es que se constituyen en enemigos potenciales de la persona solicitante, que incluso puede mentir diciendo lo que el psicólogo espera oír para conseguir su permiso.

En cambio, si el psicólogo limita su función a constatar la salud mental, actual o recuperada, por parte del solicitante y a gestionar un proceso de asesoramiento, información y discusión, sin pretender tener nunca la última palabra, es muy posible que el solicitante se abra con sinceridad a su consejo y sea más receptivo a sus sugerencias, vistas como amistosas, y no como imposiciones.

El segundo momento que sirve para perfilar una decisión adecuada es la hormonación, que elimina por sí misma en las personas MtF reacciones parafílicas que pueden nublar el juicio, al mezclar el placer con la transición.

Se puede decir que si la persona MtF supera la disminución de la libido y la disolución de la parafilia y sigue pretendiendo la transición, ésta puede deberse efectivamente a cuestiones más directamente identitarias.

Si los efectos de la hormonación son percibidos como negativos, la misma persona que sigue el proceso la dejará, recurriendo a otras formas de expresión de la experiencia trans.

Por otra parte, los efectos de la hormonación son reversibles a lo largo de muchos meses, como mínimo, por lo que también crea un margen para el autoconocimiento.

Simultáneamente, a continuación o antes, es la hora de una experiencia complementaria que se suele llamar test de la vida real o TVR.

Un excesivo racionalismo suele pedir que se haga previamente a la hormonacion, por no suponer una actuación sobre el cuerpo y jerarquizar así las acciones.

Sin embargo, la experiencia prueba que ésta es la más difícil y comprometida de todas las acciones, por tratarse de un cambio social, sin duda el más duro, porque puede suponer choques familiares, pérdida de empleo, etcétera. Por tanto, debe dejarse a la discreción personal el momento de enfrentarse al test de la vida real, puesto que sólo cada cual puede conocer y valorar las circunstancias de su entorno. Incluso puede aceptarse que, en condiciones extremas, ningún cambio social será posible y sin embargo la persona realizará su proceso trans para sí misma y con buenos resultados.

Realizada la hormonación y, discrecionalmente, el test de la vida real, puede llegarse -o no- al quirófano. Hay que recordar que la correlación identidad-fenotipo resulta en la práctica muy rígida, y que las personas transgenéricas pueden vivir equilibradamente conforme al género pretendido sin necesidad de cirugía de reasignación genital (CRG)