lunes, 1 de octubre de 2007

Cortocircuito o parafilia



Añado al Manual este texto, resumido, en lenguaje más técnico, del que hoy he publicado en http://carlaantonelli.com/



En el proceso de la transexualidad disfórica en personas XY de orientación ginéfila se produce lo que se puede llamar un cortocircuito de la libido que requiere una comprensión de su dinámica que puede resultar subjetivamente muy desconcertante.

Puede describirse como sigue: la persona disfórica encuentra un vacío o debilitamiento de su identidad de género que, desde su adolescencia, se compensa mediante lo que se ha llamado una “imagen de la mujer en el espejo”, de gran fuerza libidinal.

Primero se forma mediante las imágenes objetivas de las mujeres que pueden resultarle atractivas, que producen la transformación del deseo en envidia, hasta que la persona disfórica llega hasta el espejo, en el que, al transvestirse, una imagen de mujer se superpone sobre la suya.

En ese momento, se produce el cortocircuito, al volverse la libido sobre el propio sujeto de la libido, oculto bajo la nueva imagen, la cual cumple dos funciones: proponer una posible identidad y estimular la libido.

Disforia se ha unido a eros y juntos alcanzan una gran potencia.


(Parafilia)


En ese momento, el placer repentino del descubrimiento lleva a la excitación y a la repetición del estímulo, que acaba consolidando la respuesta como parafilia (solución simbólica a un problema real, que es placentera por ser una solución, pero debe repetirse porque es sólo simbólica).

Puede haber también una conciencia más o menos clara de la precariedad de la solución parafílica, en forma de rechazo de la excitación, que se ´puede ver correctamente como un automatismo masculino y por eso mismo rechazable, pero a cuya presión como solución momentánea resulta muy difícil resistir.

Por eso, la reacción parafílica produce una y otra vez agotamiento, vergüenza y tristeza. Pero se ha descubierto un canal que conduce también al placer y al consuelo. La imagen de la mujer en el espejo se vuelve necesaria y casi consustancial con la misma persona disfórica.


(El fin de la parafilia)


En caso de que la disforia lleve al tratamiento endocrinológico o a la cirugía de reasignación genital, la correlativa bajada de andrógenos produce una disminución de la libido que disuelve el proceso parafílico.

Desaparece entonces gradualmente la potencia de la imagen de la mujer en el espejo y de su eficacia protésica.

Al faltar también ese poderoso estímulo, puede ser que la persona disfórica se sienta en ese momento, y después de haber tomado decisiones muy radicales, entristecida y hasta carente de identidad de nuevo.

Ésta es la situación que hace necesario el conocimiento de la dinámica de la parafilia. La salida de la situación puede estar sólo en el conocimiento del proceso disfórico.

(Después de la parafilia)


La parafilia surgió al superponerse dos elementos: la disforia y el eros.

La disforia fue el fundamental, la causa básica y estable de todo el proceso. La fascinación por la imagen de la mujer en el espejo fue coyuntural y añadida.

Puede establecerse entonces una identidad como persona disfórica que resulta profundamente verdadera aunque tenga que afrontar la debilidad de la escasez de modelos objetivos.

Para conseguir estabilizar estos modelos, conviene en primer lugar excluir todos los asociados con la parafilia (mujer joven y bella) tomando conciencia de otros que pueden ser más profundos y eficaces, relacionados con otras clases de feminidad o bien con la ambigüedad intersexual.

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